Por Catón
Columna: De políticas y cosas peores
El verbo joder
2016-10-27 | 08:15:24
Sir Mortimer Highrump, audaz explorador,
fue a África a buscar al famoso
misionero David Dyingstone, desaparecido
misteriosamente desde hacía ya 5
años. En su búsqueda llegó a una aldea de
caníbales y les preguntó si lo habían visto.
“Sí -respondió el jefe de la tribu-. Lo
hallamos en una choza perdida en lo más
profundo de la selva, donde la mano del
hombre jamás ha puesto el pie”. “¡Asombroso!
-exclamó Highrump-.
¡Yo llevo varios meses buscándolo infructuosamente!
¿Cómo lo encontraron?”.
Respondió el antropófago: “Muy duro”...
Don Laureano, norteño adinerado, se
hallaba en París. Su viaje era de placer:
había dejado en Perros Bravos a su esposa
Dominga. Fue con el concierge del hotel
y le dijo en voz baja: “Quiero preguntarte
algo”. “Ya sé -sonrió con aire de complicidad
el tipo-.
Monsieur desea saber dónde puede
encontrar una muchacha”. “No, no” -se
azoró don Laureano. “¡Ah, vaya! -le guiñó
un ojo el sujeto-. Entonces Monsieur
desea saber dónde puede encontrar un
muchacho”. “¡Tampoco!” -enrojeció el
vejancón.
“Entonces -inquirió el concierge, desconcertado-
¿qué desea Monsieur?”. Le
preguntó don Laureano ansiosamente:
“¿No sabes de algún restorán que venda
cabrito?”...
Expresivo y sonoro vocablo es el verbo
“joder”. Siete acepciones de la voz recoge
la Academia, y todas las registra como
malsonantes. En su principal connotación
el término “joder” significa practicar el
coito, o sea follar, coger.
De muy antiguo linaje es la palabra.
Corominas menciona una “inscripción
cristiana” del siglo XIV que vio en Granada
con esta maldición: “¡Fodido sea!”.
A mí, la verdad, tal inscripción no me
parece tan cristiana.
Equivale en cierto modo a la interjección
inglesa “Fuck you!”, tan de uso en las
películas americanas de hoy, en las cuales
de cada 100 palabras 2 no son “Fuck you”.
El voquible “joder” proviene del latín
“futuere”, que designa a aquella acción a
la que antes aludí: coger, follar. Según la
etimología, pues, cuando Peña Nieto dijo:
“Ningún Presidente se levanta ni se ha
levantado pensando cómo joder a México”,
lo que en puridad estaba diciendo es
que ningún Presidente ha pensado cómo
cogerse a México.
Y sin embargo bien que se lo han
cogido-también yo pido disculpas por la
malsonancia -, sobre todo en estos tres
últimos sexenios, sin restarles méritos a
otros de nuestro tiempo, especialmente
los de Salinas, Echeverría y José López
Portillo.
Lo cierto es que el uso de esa palabra
por Peña Nieto causó gran impresión. No
son pocos los que opinan que palabras así,
de las llamadas “malas”, no se oyen bien
en labios del Presidente.
Yo pienso que ninguna palabra es
mala en sí: la pravedad está en el ánimo
de quien la dice. Peña Nieto no empleó
ese vocablo con intención torcida, sino
para enfatizar su dicho y darle efectividad
mayor.
Hay una linda teoría acerca de las
“maldiciones” que usamos los mexicanos.
Según tal tesis los franciscanos las
habrían enseñado a los indígenas con el
propósito de que no usaran las blasfemias
que los soldados españoles empleaban en
su habla cotidiana.
Efectivamente, es muy notable el hecho
de que en España se blasfema, y en México
no. Allá traen al mal traer a Dios, a la
Virgen, a la hostia, etcétera, en tanto que
acá no nos metemos, cuando maldecimos,
con las personas o cosas de la religión.
El uso del término “joder” por el Presidente
no ha de ser motivo de escándalo.
Los hechos deben indignarnos, las palabras
no.
Una esposa le contó a su marido: “Vino
a buscarte tu socio Pitorraudo”. “No te fíes
de él -le dijo el esposo, inquieto-. Tiene
una labia tal que las mujeres acaban por
rogarle que les haga el amor”. Declaró
con orgullo la señora: “Yo no tuve qué
rogarle”. FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Llegaron sin anunciarse y me
dijeron:
-¿No te acuerdas de nosotras?
La verdad, no las recordaba.
Me preguntaron, desafiantes:
-A ver: ¿quiénes somos?
-Perdonen -respondí-. A mis
años se pierde la memoria. Les
ruego que me digan quiénes son.
Respondieron muy orgullosas:
-Somos las viejas rencillas.
Quedé asombrado. Les dije:
-Pues se ven muy jóvenes.
Explicaron:
-Nos sometimos a una operación
rejuvenecedora.
Las felicité cumplidamente. Y a
ustedes les digo: si ven unas rencillas
que parecen nuevas no se dejen
engañar: son las viejas rencillas de
siempre.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“Una mujer dejó a su esposo y
huyó con un desconocido”.
El marido piensa y piensa
cómo hallar a ese sujeto.
“Quiero -dice el indiscretodarle
alguna recompensa”.

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