Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
AMLO, la ‘pesadilla’ de Peña
2015-09-04 | 10:53:05
Hace más de un mes, el presidente Enrique
Peña Nieto recibió los resultados
de un par de encuestas, una sobre los
niveles de su popularidad y aceptación
de su gobierno, y otra que midió, a tres
años de la sucesión presidencial, las preferencias
electorales de los principales
aspirantes de diversos partidos políticos
a la primera Magistratura del país.
A principios de agosto, el diario capitalino
Reforma dio a conocer también
sus propios sondeos que arrojaban no
solo una bajísima calificación a Peña
Nieto por parte de líderes y ciudadanos
entrevistados, sino que además, en
contraste, ubicaban muy por encima de
todos los prospectos partidistas que se
candidatean para la elección de 2018
al principal opositor de su régimen y
reformas estructurales: Andrés Manuel
López Obrador, quien por tercera
ocasión consecutiva contendería por
la Presidencia de la República, pero
ahora como candidato del Movimiento
de Regeneración Nacional, partido que
recién fundó.
Estos indicios, preocupantes para el
grupo en el poder, son los que habrían
motivado que Peña Nieto hiciera reacomodos
en su gabinete presidencial y que
inclusive decidiera abrirle la puerta del
Comité Ejecutivo Nacional del PRI a
Manlio Fabio Beltrones, a quien presuntamente
habría intentado bloquear
el grupo compacto del mexiquense,
encabezado por el secretario de Hacienda,
Luis Videgaray, y Aurelio Nuño,
flamante titular de la SEP, a quien hasta
a mediados de agosto se mencionó para
reemplazar a César Camacho en la dirigencia
priista luego de que el sábado 25
de julio, en el evento denominado “Unidad
para continuar la transformación de
México”, ante la plana mayor del tricolor
y millares de militantes reunidos en la
sede nacional de su partido, el Presidente
delineó el perfil del nuevo líder partidista
que aparentemente coincidía con el de
Nuño Mayer, que por ese entonces aún
se desempeñaba como jefe de la Oficina
de la Presidencia.
Ahí, Peña urgió a renovar al PRI para
estar a la altura de la nueva realidad del
país. “Es momento de que el tricolor
actualice su organización y estructura,
amplíe sus bases, atraiga más simpatizantes,
regrese a las universidades para
despertar el entusiasmo de la juventud”,
planteó. La renovación y actualización
es necesaria, subrayó, porque a partir de
cambios, avances educativos y tecnológicos,
la sociedad está más informada y
tiene a su alcance nuevos medios para expresarse,
organizarse y hacerse presente.
Pero en ese entonces, también, dejó
entrever la misma preocupación que acaba
de externar ahora en su mensaje con
motivo de su tercer informe presidencial.
Y es que desde 39 días antes, Peña había
advertido ya que “la demagogia y el
populismo prometen, en su ambición de
poder, soluciones mágicas que en realidad
destruyen esfuerzos institucionales,
empobrecen a las familias y restringen
las libertades”. Ante los miembros de
su gabinete, gobernadores, dirigentes
y miles de correligionarios, el presidente
señaló que la “sombra” de ese tipo
de políticas amenaza a las sociedades
democráticas del mundo. “Las consecuencias
de esta nueva ola populista
son graves. (…) Diversos países que se
consideraban democracias consolidadas
(...) hoy han dejado de serlo a causa de
liderazgos irresponsables”, sostuvo. “Las
decisiones populistas, demagógicas e
irresponsables destruyen en solo unos
días lo que llevó décadas de esfuerzo
institucional construir. México tiene que
estar consciente de estos riesgos”, añadió.
El pasado miércoles, ante mil 500
invitados convocados en el patio central
de Palacio Nacional, sin mencionar nombres
ni partidos políticos, Peña Nieto
retomó el mismo discurso. Advirtió
que, ante un ambiente de frustración,
pesimismo e incertidumbre, las sociedades
pueden optar por “salidas falsas”,
y sentenció que, de manera abierta o
velada, la demagogia y el populismo
erosionan la confianza de la población,
alientan su insatisfacción y fomentan el
odio en contra de las instituciones. “En
esos episodios, la insatisfacción social
fue tal, que nubló la mente, desplazó a
la razón y a la propia ciudadanía, permitiendo
el ascenso de gobiernos que
ofrecían supuestas soluciones mágicas.
Sin embargo, esos mismos gobiernos,
lejos de llevar a sus sociedades hacia
mejores condiciones de vida, alentaron
el encono y la discordia; destruyeron sus
instituciones y socavaron los derechos y
libertades de su población”, señaló.
El mandatario manifestó que, contrario
a esos modelos de gobierno, su apuesta
es construir cambios duraderos por la
vía de la institucionalidad y la estabilidad
económica. Pero la gran interrogante
es con quién va a garantizarlo. Esa es
su preocupación, pues de acuerdo con
la más reciente encuesta de Reforma,
publicada a principios de agosto, sus dos
delfines para la Presidencia en 2018, el
secretario de Gobernación, Miguel Ángel
Osorio Chong y Videgaray, de Hacienda,
están muy lejos de alcanzar a López
Obrador, quien actualmente tiene el 42
por ciento de la intención del voto, 24
puntos arriba del titular de la SEGOB
que con 18% de las preferencias era el
funcionario peñista mejor posicionado
hasta antes de la nueva fuga del narcotraficante
Joaquín “El Chapo” Guzmán,
el pasado 11 de julio.
¿Incidirán estos escenarios y circunstancias
en la próxima selección de
candidatos priistas a las gubernaturas
que se renovarán el próximo año en
12 estados del país? Por supuesto que
sí. El presidente y su corte no pueden
equivocarse y perder bastiones como el
de Veracruz.
Y es que Peña ya ha dado ejemplo,
con la llegada de Eruviel Ávila a la gubernatura
del Estado de México en 2011
como ahora con el arribo de Beltrones al
CEN del PRI, que sabe postergar intereses
personales o de grupo para salvar
prioridades más valiosas.

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