Por Raymundo Jiménez
Columna: Al pie de la letra
El factor Duarte
2015-07-09 | 09:21:47
José Yunes Zorrilla, aspirante puntero a la candidatura
del PRI al gobierno del estado, acaba de
decir que “cuantas veces me convoque el titular
del Ejecutivo a tratar asuntos relacionados con
los veracruzanos, ahí estaré, conozco mi responsabilidad”,
según versión publicada este miércoles
7 por el colega Manuel Rosete Chávez, uno de los
periodistas más cercanos al primer círculo de
asesores políticos que rodea al legislador nativo
de Perote.
Por su declaración, Yunes Zorrilla pareciera
estar dispuesto a entreabrirle la puerta al gobernador
Javier Duarte, con el cual ha evitado
coincidir en actos públicos desde enero de este año
y con quien todavía se niega a reunirse en privado.
“¡No es odio, ni coraje!.. Es solo la necesidad de
legitimarse ante el pueblo veracruzano”, le declaró
Pepe Yunes el 5 de junio al columnista Edgar
Hernández, ante el cual justificó su resistencia a
reunirse o negociar con Duarte: “Ningún gobierno
que aspire a servir a su pueblo se puede sentar
sobre una base de corrupción porque entonces
¿cuál sería la credibilidad de mi gobierno ante
los veracruzanos?”.
Y es que la gélida relación del senador peroteño
con el mandatario veracruzano –cuyo enfriamiento
inició desde diciembre pasado a raíz del anuncio
oficial de la iniciativa de reforma para elegir en
2016, por única ocasión, a un gobernador para una
administración de solo dos años con el pretexto
de homologar sexenalmente la elección del Jefe
del Ejecutivo del estado con la de Presidente de
la República a partir de 2018– se congeló todavía
más cuando en mayo, previo a los comicios de
diputados federales, en una reunión de gabinete
en Casa Veracruz, Duarte de Ochoa expresó su
abierto rechazo a las aspiraciones sucesorias de
Yunes Zorrilla, advirtiéndoles expresamente a
los 22 colaboradores ahí presentes que “¡cuidado
que alguien se manifieste en su favor!”.
Enterado del exabrupto del gobernante, Pepe
Yunes le dijo a principios de junio al autor de la
columna “Línea Caliente” que finalmente ello le
favorecía: “El veto de Javier Duarte en lugar de ser
una debilidad es una fortaleza al alejarme de la
contaminación que provoca el magro prestigio que
arrastra la actual administración en lo económico,
político y social”.
Sin embargo, dos semanas después, el jueves 18
de junio, en una comida en el rancho San Julián,
en Perote, Yunes Zorrilla dijo a un reducido grupo
de comunicadores invitados.
“Yo acepto todo, acepto que no soy el candidato
oficial, acepto que no haya equidad en la
contienda, acepto que haya la ‘cargada’, pero lo
que no estoy dispuesto a aceptar es un veto hacia
mi persona, que aún ganándoles en la mesa o
en el juego que ellos digan, finalmente decidan
vetarme”. Y agregó: “Soy una persona que se ha
formado en el partido, que he hecho mi carrera
política dentro del PRI y así pretendo continuar,
pero de igual forma por dignidad y honor, no
soportaría que una sola decisión pasara por
encima de mí”.
Pero Pepe Yunes, como político formado en la
férrea disciplina e institucionalidad priísta, en
el fondo sabe y entiende que bien puede marcar
una sana distancia con Duarte de Ochoa y su
administración pero que tampoco debe llegar al
extremo de romper con quien, quiérase que no,
tiene el control político no solo de las estructuras
locales del PRI sino también de algunas corrientes
de la oposición: PAN, PRD, y de otros partidos
aliados como el PVEM, el Panal, Encuentro Social
(PES) y del Partido Cardenista y Alternativa
Veracruzana (AVE), fuerzas políticas estatales
que actualmente gobiernan más de 20 municipios
del estado, lo que en conjunto a los duartistas les
permitió ganar 16 de los 21 distritos en el proceso
electoral federal del 7 de junio pasado.
Con la recuperación de la Presidencia de la
República en 2012, a los priístas no les queda la
menor duda que ahora corresponderá a Enrique
Peña Nieto, como jefe nato del priísmo, palomear
las candidaturas de su partido a los gobiernos
estatales. Sin embargo, es un hecho que el presidente,
junto con el CEN del PRI, también recogerá
la opinión de los mandatarios locales en aquellas
entidades gobernadas por el tricolor, los cuales
podrían ser el fiel de la balanza, sobre todo en
casos como el de Veracruz donde el otro senador
y aspirante a gobernador, Héctor Yunes Landa,
aparece empatado técnicamente en las propias
encuestas de Yunes Zorrilla.
El pasado lunes 6, en una comida con columnistas,
el secretario de Infraestructura y Obras
Públicas, Tomás Ruiz González, aspirante también
a la gubernatura, declaró que a diferencia de
ambos senadores él sí tiene jefe, Javier Duarte, y
que aunque la nominación del PRI será tomada en
el centro, mal harían si no empiezan “por pedir la
opinión y hasta la recomendación del gobernador”,
pues expuso que el mandatario “es el veracruzano
mejor enterado y mejor posicionado para esta decisión
y más después del resultado que acabamos
de ver” el pasado 7 de junio. “Creo que los números
avalan que el primer priista del estado, Duarte,
es quien va a jugar un papel fundamental en la
decisión que viene (…); la decisión va a tener que
pasar por él”, expuso Ruiz, quien fue dirigente
nacional de Nueva Alianza.
Así, pues, para no ser excluido como priísta,
Pepe Yunes estaría obligado a pactar con Javier
Duarte. Solo tendría que urdir cómo hacerlo sin
echar por la borda el capital político que ha venido
acumulando en los últimos seis meses, a partir
de su abierta confrontación con el gobernante y
la camarilla de la Fidelidad que ya lo descarriló
en 2006 cuando lo hizo perder en su primera formando el partido, que he hecho en mi carrera.

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