Por Catón
Columna: De política y cosas peores
Nadie los alcanza
2015-04-27 | 09:56:42
En la casa de mala nota llamada “El columpio
del amor” hubo un pleito de todos
contra todos. En medio de la refriega
general una de las mujeres le asestó un
navajazo en la barriga a un sujeto que
había golpeado a su hombre.
La brava hembra -así se decía siempre
en la página roja de los diarios- fue
llevada ante el juez, y éste le preguntó
severamente: “¿Usted fue la que le dio al
herido un navajazo en la trifulca?”. “No
se lo di en la trifulca, señor juez -negó la
maturranga-. Se lo di en la panza, entre
el ombligo y la trifulca”...
La enfermera le informó a la paciente:
“Le voy a poner un brazalete”. Preguntó
en broma la mujer: “¿Tiene rubíes y esmeraldas?”.
“No -respondió la enfermera-,
pero le va a costar como si los tuviera”...
El padre Arsilio fue a la ciudad a pedirle
a don Algón, encumbrado ejecutivo
originario de su pueblo, un donativo para
la reconstrucción del templo del lugar.
Cuando llegó a la oficina del magnate no
halló a la secretaria. Como tenía cierta
confianza con el jefe, pues lo conocía
desde niño, abrió la puerta del despacho.
Lo que vio lo dejó mudo, y además sin
habla: don Algón tenía a la linda chica
tendida en decúbito supino -o sea de
espaldas- sobre el escritorio, y él, con
los pantalones y demás en los tobillos,
hacía acompasados movimientos como
de émbolo o pistón. Se trataba, habrán
adivinado ya mis perspicaces lectores,
de un acto de fornicio.
El buen sacerdote consideró indebida
tal acción, por ser aquél un sitio de trabajo,
y tosió para hacer notar su presencia. Los
ilícitos amantes se azoraron. Deshicieron
su estrecha unión, se compusieron las
ropas, y ya un poco repuesto del soponcio
don Algón le dijo al padre Arsilio: “Le
ofrezco mil disculpas, señor cura. No me
encontró usted en el mejor momento”.
“Para ti no -respondió con una sonrisa
el sacerdote-, pero para mi iglesia sí”...
Babalucas estaba bailando con una
amiga. Le dijo ella: “¡Qué bien meneas las
caderas, Baba! ¿Practicas mucho?”. “No
-contestó el badulaque-. Lo que pasa es
que me transporto en una bicicleta que no
tiene asiento, nada más el tubo”...
Marulito, empleado de gobierno, era
vice-sub-ayudante interino suplente
sustituto de oficial centésimo auxiliar
en la Mesa Última de Intendencia. Una
tarde llegó a su casa más temprano que
de costumbre y encontró a su esposa en la
cama con el diputado Verdines, presidente
de la Comisión de Moral Pública.
Con acento emocionado Marulito le
dijo al salaz legislador: “¡Qué honor tan
grande, señor diputado! Dígame si está a
gusto en ese colchón, si no para comprar
inmediatamente otro, y que la próxima
vez esté usted más cómodo”...
Afirma un refrán charro: “Caballo
demasiado manso tira a penco, y hombre
demasiado bueno tira a pendejo”...
El dueño de la zapatería “El par perfecto”
era tan bueno que creí que todo
el mundo era como él, y no desconfiaba
de nadie. Cierto día llegó a su tienda un
caballero de muy buen parecer. Mostraba
modales finos y vestía bien. Pidió que le
mostraran un par de zapatos GBH, en
aquel tiempo la marca de calzado de más
clase y mayor precio.
El señor de la zapatería pensó que de
seguro el visitante era forastero, pues
la clientela habitual de su negocio no
podía pagar unos zapatos tan caros, y si
los tenía en exhibición era sólo para dar
tono al establecimiento. Le trajo un par
de la medida que el cliente había dicho,
y el hombre procedió a ponérselos para
probarlos.
En ese momento entró un sujeto, agarró
apresuradamente los zapatos que se
había quitado el señor y salió corriendo
con ellos. Gritó el cliente: “¡Mis zapatos!”,
y echó a correr a toda velocidad tras el
ladrón.
El dueño de la zapatería se asomó
a la calle, siguió con la mirada aquella
persecución hasta que los dos hombres
se perdieron en la lejanía, y luego dijo
meneando tristemente la cabeza: “Pobre
señor. No lo va a alcanzar”.
Sólo después de hacer esa compasiva
reflexión se percató de que el supuesto
caballero se había llevado con él los GBH,
en tanto que su cómplice cargó con los
zapatos que él se había quitado. Esta aflictiva
historia me da base para fundar una
reflexión política.
Entre las varias ficciones que últimamente
ha creado la administración
actual está la de un fiscal anticorrupción
encargado de perseguir a los funcionarios
corruptos. Tampoco los va a alcanzar.
FIN.

MIRADOR
››armando
fuentes aguirre
Esta muchacha ve el mundo
desde su balcón.
Lo ve todo, pero no mira nada.
Tiene abiertos los ojos del cuerpo,
pero cerrados los del alma. Ante
su vista pasan las nubes y la vida,
y ella no las ve.
Ahora pasa un hombre por la
calle. Ella lo mira, y al mirarlo mira
también las nubes y la vida. Lo mira
pasar igual que la vida y que las
nubes, y dice luego para sí:
-Es un hombre como todos. Es
todos los hombres.
Tiene razón.
El hombre vuelve la mirada y la
ve en el balcón, hermosa igual que
la música. Su vista lo deslumbra
como si hubiera vista el Sol. Exclama
arrobado:
-¡Es una mujer como no hay
otra! ¡Es única!
También tiene razón.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
››por afa
“Propaganda política por radio
y televisión”.
Esa lacra me sulfura,
y no creo que desbarro
si pido para ella un carro:
el carro de la basura.

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