Anoche, en el segundo y último debate organizado por el Instituto Federal Electoral, los cuatro candidatos presidenciales debieron haber echado toda la leña al asador; Enrique Peña Nieto, del PRI-PVEM, para afianzar su disminuida ventaja en las tendencias electorales, y Andrés Manuel López Obrador, del Movimiento Progresista, PRD-PT-MC, y Josefina Vázquez Mota, del PAN, para posicionarse en el disputado segundo lugar que les permita atraer la preferencia de los votantes antipriistas que aún están indecisos, cuando solo restan 16 días efectivos de campaña.

A la hora de escribir este texto aún no se realizaba el encuentro entre los cuatro aspirantes a suceder al presidente Felipe Calderón, pero para lograr superar a Peña, tanto López Obrador como Vázquez Mota debieron haber ganado por nocaut no sólo al ex gobernador del Estado de México, sino también a su contendiente más cercano.

Si el perredista o la panista no lograron imbuir esa percepción en el electorado que más se opone al PRI en esta sucesión presidencial, entonces va a ser muy difícil que uno de los dos logre capitalizar el llamado “voto útil” que ambos requieren para vencer al candidato del Revolucionario Institucional, el cual cuenta con un partido mucho más unido, con una estructura territorial bien organizada y una maquinaria electoral mejor aceitada para ganar estos comicios.

No es fortuito que el PRI gobierne actualmente más de la mitad de los 31 estados de la República y que sus candidatos a las gubernaturas, que también se renovarán simultáneamente este 1 de julio en el Distrito Federal y 8 entidades del país, con excepción del DF, encabecen igualmente la mayoría de las encuestas sobre las tendencias del voto.

En Jalisco, por ejemplo, cuyo padrón electoral es similar al de Veracruz con más de 5 millones de votantes, el PAN y los partidos del Movimiento Progresista de López Obrador enfrentan fuertes crisis internas.

Vázquez Mota se acuarteló desde el pasado viernes 8 en Guadalajara, ciudad donde ayer se realizó el segundo debate organizado por el IFE. Ahí la candidata del PAN, acompañada de Margarita Zavala, esposa del presidente Calderón, encabezó una reunión con más de mil mujeres tapatías que le infundieron ánimo y valor para enfrentar a Peña. Sin embargo, al día siguiente el efímero gozo se fue al pozo: el sábado 8, la candidata interrumpió su preparación para acudir a un evento en la mañana con deportistas jaliscienses, pero las diferencias entre las campañas federal y local generaron un acto con gradas vacías y que empezó con más de una hora de retraso.
Citado en la agenda oficial de la campaña a las 9:30 horas, el “Diálogo ciudadano con jóvenes deportistas” empezó a las 10:45, hasta que los organizadores lograron ocupar unas 300 sillas colocadas en el diamante del campo de béisbol de la unidad deportiva López Mateos.
Mientras el panismo local batallaba para llenar el diamante, el candidato del PAN a la alcaldía de Guadalajara, Alberto Cárdenas –ex gobernador de Jalisco y secretario de Agricultura con Vicente Fox, el ex Presidente que apoya abiertamente la candidatura de Peña–, deambulaba solo por el lugar. De vez en cuando alguien se paraba para pedirle una foto, mientras el equipo de logística ofrecía manzanas a los pocos asistentes.
Pasadas las 10:30 horas el diamante estaba lleno, pero cuando Vázquez Mota llegó, las gradas del campo de béisbol estaban completamente vacías. Su equipo de prensa se justificó diciendo que nunca estuvo previsto que se ocuparan las 500 butacas disponibles, sino que se concentraría a los asistentes en las sillas colocadas alrededor del templete.
Pero, en paralelo, los organizadores comenzaron a colocar mantas para tapar las gradas vacías y enviar gente a la parte de arriba, desde los miembros del staff de Vázquez Mota y del candidato panista a la gubernatura, Fernando Guzmán, hasta los familiares de la candidata: su esposo Sergio Ocampo y sus hijas María José, Montserrat y Celia María.
Miembros del equipo de la campaña presidencial, coordinado en Jalisco por Diego Monrraz, señalaron a la campaña local como la responsable de organizar un buen acto para que Vázquez Mota pudiera usarlo como impulso previo al debate. En cambio, operadores de la campaña de Fernando Guzmán aseguraron que el evento no era de ellos, sino de la campaña presidencial.
En los partidos que postulan a López Obrador existe no sólo una descoordinación similar sino también una confrontación feroz. Por ejemplo, para este domingo se tenía previsto que al finalizar el debate, el tabasqueño acudiera a uno de los dos festejos organizados por el PRD y el Movimiento Ciudadano (MC, antes Convergencia), partidos que en la contienda por la gubernatura de Jalisco se han dado con todo.
El MC preparaba un festejo al que iba a asistir su candidato a gobernador Enrique Alfaro y el abanderado presidencial de la izquierda en los Arcos de Vallarta, junto a la Glorieta de la Minerva, donde se celebran los triunfos de la selección mexicana de futbol.
El PRD local, en cambio, alistaba en la Rambla Cataluña una verbena a la que asistirían su candidato a la gubernatura, el expanista Fernando Garza, y el presidente nacional del PRD, Jesús Zambrano.
El espacio elegido por los perredistas se ubica a un costado del edificio de la Rectoría de la Universidad de Guadalajara, institución dominada por Raúl Padilla López, quien también manda en el partido del sol azteca local y es el principal enemigo político de Alfaro, candidato del MC.
La distancia que separaba a los festejos del Movimiento Ciudadano y el PRD era de menos de tres kilómetros.
Juan Carlos Guerrero Fausto, dirigente del PRD local, y Clemente Castañeda, coordinador de la campaña de Alfaro, reconocieron que no había condiciones para unir los festejos en torno al candidato presidencial del Movimiento Progresista.
“La diferencia radica en la actitud beligerante del candidato del Movimiento Ciudadano. ¿Cómo acudir a una concentración donde se vio el gandallismo? En un primer momento sí se pensó y se platicó (ir juntos), pero en un comunicado dijeron que sería una concentración Alfaro-AMLO”, afirmó Guerrero Fausto.
“Es lamentable que personas del PRD estén más interesadas en bajar y descarrilar el proyecto de Alfaro que en fortalecerlo. Pegarle a Alfaro es pegarle al proyecto nacional también”, advirtió Castañeda.
Los ataques contra Alfaro desde la misma izquierda han beneficiado al candidato priista a la gubernatura, Aristóteles Sandoval, alcalde de Guadalajara con licencia, quien va arriba en las encuestas ya que ha hecho alianzas con el grupo dominante de la UdeG. El PRI, por ejemplo, postuló como aspirante a diputado local a Trinidad Padilla López, hermano del exrector Raúl Padilla.
El coordinador estatal de Morena, Enrique Ibarra, lamentó los enfrentamientos entre perredistas y alfaristas. “No se pudo mantener la coalición y la desembocadura que ha tenido hasta el momento no resulta positiva. Espero que en lo que resta de la campaña haya un cambio de actitud y una altura de miras, donde todos los que simpatizamos en expresiones de izquierda coincidamos en lo fundamental: ganar el gobierno del estado”, dijo el diputado federal por el PT, quien junto con Alfaro ocuparían dos de los 20 espacios que López Obrador dispondría para sus invitados al segundo debate.
Aniquilar al PRI no va a ser fácil. A estas alturas del proceso electoral se requeriría que entre López Obrador y Vázquez Mota pactaran una alianza de facto. Pero la candidata del PAN ha reeditado la misma campaña de spots que en 2006 tildó al tabasqueño de ser un peligro para la economía de México. Y este viernes, en Guadalajara, la panista preguntó al millar de mujeres si dejarían a sus hijos “con el candidato que ni es honesto ni es valiente”

Así que nadie se sorprenda si la madrugada de este 2 de julio, al día siguiente de la elección presidencial, parafraseando el brevísimo cuento del escritor centroamericano Augusto Monterroso: cuando muchos antipriistas despierten quizá el dinosaurio todavía esté ahí. Y es que, en política, a veces una cosa es la percepción y otra la realidad.