Por Vicente Bello
Columna: Tren Parlamentario
El prestidigitador del Trabajo
2011-03-03 | 21:59:05
Una metáfora apareció ayer en la tribuna de San Lázaro perfectamente bien arraigada a la realidad. Y era Mexicana de Aviación el cordón umbilical que sostenía a aquella figura literaria con los hechos.
Carlos Flores Rico, diputado federal del PRI, decía casi al final de un debate sobre la situación de lo que fue la compañía mexicana de aviación más antigua e importante del país: “Fíjense que hablando de este tema de Mexicana, si no fuera porque se trata de una verdadera tragedia para más de 8 mil trabajadores, si no fuera porque es una verdadera tragedia para más de 20 mil proveedores, uno podría pensar que es un acto circense, donde como el Gran Houdini o el moderno David Copperfield, pone un avión, pone encima un gran telón; dice: ‘nada por aquí’ nada por allá’. Y cataplum. Desaparece todo un avión”.
Habían estado allí, en la tribuna de San Lázaro, más de seis legisladores de todos los grupos parlamentarios. Pero lo fresco de la argumentación lo ponía Flores Rico, que siguió: “Estos son mucho mejores. De un cataplum desaparecen toda una empresa. La más grande empresa que ha tenido este país; la tercera del mundo y la que tenía casi la cuarta parte del mercado en un santiamén”.
Había estado en tribuna ya Mario di Costanzo, el mismo Gerardo Fernández Noroña, con su cauda de argumentaciones irrebatibles. Pero el priísta, inspirado, continuó: “Eso es eficacia para destruir instituciones, empresas, empleos, seguridad, equidad; todo lo bueno que se pueda tener está al alcance de la mano perniciosa e ineficaz del gobierno que nos desgobierna. ¿Y qué ha pasado?”
Y entonces se respondía el mismo: “Primero una oferta en la panza del IPAB, una oferta de 165 millones de dólares, de dinero público que se fue en sólo cuatro años, como David Copperfield: flu… A la nada. Había 165 millones; ya no los hay”.
Volvía a preguntar: ¿Y ahora qué tenemos? Una deuda de más de 11 mil 500 millones de pesos, pasivos laborales por otros 4 mil 500 millones, y una cola de proveedores exigiendo su pago, además de los cientos de miles de usuarios defraudados por este gran maquinado circo del fraude institucional”.
Así se describía a Mexicana de Aviación, que desde agosto pasado está en calidad de sombie: ni muerta ni viva. Hacía unos instantes, la diputada de Nueva Alianza Cora Cecilia Pinedo había reiterado un reclamo que, de hecho, hicieron todos: que el gobierno federal haya puesto como negociador al secretario del Trabajo, Javier Lozano, y no al secretario de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Meade.
El reciente 1 de marzo, una empresa tildada aquí mismo por Mario di Costanzo de “mítica”, Pc Capital, había asegurado que tenía para comprar a mexicana; pero se ha declarado insolvente, y Lozano se ha dicho sorprendido. ¿De veras a un tipo como Lozano se le podría sorprender?
Pregunta reiterada en la tribuna. Imposible. Sólo están jugando en el gobierno federal a engañar, porque detrás en realidad estaría la pretensión de que el espacio aéreo que ocupaba Mexicana sea ahora ocupado por compañías trasnacionales.
El perredista Héctor Hugo Hernández había dicho también: “Repentinamente Lozano se entera que no hay condiciones reales para que PC Capital rescate a Mexicana de Aviación, por lo que Tg Group, la opción que eliminó el ex secretario de Juan Molinar Horcasitas, volverá a presentar un plan de negocios”.
Por el PAN habló Arturo García Portillo. Echaba yesca a la lumbre: “No coincido con aquellas actitudes inconsistentes de los neo inquisidores de bolsillo que se dedican solamente a estar averiguando quiénes son los buenos y quiénes los malos de este país, para ponerlos en las higueras”.
Se puso el chaleco con prontitud Mario di Costanzo. ¿Qué somos inquisidores? Pero si son un gobierno fracasado, ¿qué quieren que digamos?”
Un diferendo entre Jorge Carlos Ramírez Marín y el coordinador del PRI Francisco Rojas Gutiérrez súbitamente barbotó, casi al final del debatir. Ramírez, que presidía la sesión, permitió que el panista García Portillo hablase en la tribuna al final, en vez del PRI. El panista había salido de la sesión, pero el reglamento nuevo permite que el que haya pedido la palabra la tome al final, aunque no fuese su momento. Rojas se fue del recinto, ordenando a los priístas que lo siguieran. Cumplía con el reglamento, exclamó Ramírez, como para que lo escucharan quienes se iban del recinto.
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