·Fidel heredó un equipo comprometido
·Un cuadro sin fuerza simula competir
·Los esfuerzos de Manzur

Las diferencias entre autoridades del gobierno estatal y directivos del Club Tiburones Rojos de Veracruz han derivado en un solo perjuicio, los afectados no son nadie más que los aficionados,
En el encuentro anterior en esta plaza frente a Leones Negros de la UdG apenas y se presentaron menos de cinco mil espectadores. O sea una séptima parte de la capacidad del estadio.
La indiferencia de los veracruzanos hacia el club que lucha desde hace una década por entrar a la Primera División es sinónimo de frustración y la decepción de la gente.
Sin duda que si consideramos que ha tenido por lo menos cuatro dueños esto quiere decir que los intereses económicos en el manejo del cuadro de fútbol aun en Primera A es atractivo.
Se desconocen los acuerdos que seguramente se hicieron entre el gobierno del estado con el empresario poblano, Mohamed Morales. Pero algo debe haber de fondo, donde el propio presidente del Club se queja de situaciones extraordinarias al fútbol. Es decir, problemas con las autoridades estatales.
Ahora con el cambio de gobierno fue latente los rumores de señalar que el club dejaría de ser de Mohamed Morales pero no hubo nada oficial al respecto, sin embargo, aunque esto no se dio, las relacionados parecen haber empeorado.
Lo cierto es que el desánimo es generalizado y las quejas entre la afición también se incrementan lo que seguramente se demostrará en su siguiente encuentro de fútbol, una vez que en el partido de visitante este viernes perdió.
Los Tiburones Rojos o más bien el fútbol está en el gusto de una gran mayoría de los veracruzanos y es sin duda la gran deuda del gobierno de la Fidelidad, por lo que se la afición se siente defraudada, Primero, promesa de campaña, después una alentada esperanza del gobierno del Estado de que el equipo habría de ascender, lo que fue convalidado por la presencia del entonces gobernador, Fidel Herrera Beltrán.
Este gobierno debe hacer algo por hacer sentir su interés y aunque a diferencia del “gobernador de mandato cumplido”, no hubo promesa sin embargo, es necesario que el gobierno duartista tome cartas en el asunto, y por lo menos evite el sentir generalizado de una especie de abandono hacia el equipo.

EL GOBIERNO CIUDADANO

Desde que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación validó su triunfo, el alcalde boqueño, Salvador Manzur Diaz, se comprometió a hacer un gobierno ciudadano donde todas las expresiones estuvieran presentes.Aquella vez por si no lo recuerda dijo: “La ciudad es de todos” y su primera muestra fue que convoco a una consulta publica para saber lo que la gente quería para el municipio.Hay que reconoce que en menos de 30 días, el ex diputado federal tuvo una primer prueba de fuego que le heredó la administración anterior.El edil parece haber escuchado a la gente y por lo menos se siente que no le tembló la mano para clausurar la construcción de la gasolinera que quieren edificar en el fraccionamiento Jardines de Virginia.Sobre todo porque no es cualquier cosa meterse con los intereses del empresario interesado, quien quería salirse con la suya a pesar de no contar con el aval de todos los vecinos.El permiso de uso de suelo que otorgó la administración de Miguel Ángel Yunes Márquez fue “truqueado” ya que se falsificaron firmas, pues la intención era favorecer al propietario de la estación de servicio que abiertamente se la jugó con el ex abanderado panista a la gubernativa, Miguel Ángel Yunes Linares.Pero el alcalde respetó su convicción de escuchar a la ciudadanía tal y como lo comprometió desde que era alcalde electo y en ese sentido le regresó la “pelota” al campo del dueño del negocio.Es así como Manzur demuestra que es congruente con lo que en lo que dice al cancelar la obra al menos hasta que el empresario se ponga de acuerdo con los afectados.De paso es una decisión de alto impacto que viene a legitimar más a su gobierno que se instaló después de 13 años de hegemonía panista, pero ojalá tenga los pantalones para hacerse respetar y mantenerse en la legalidad.
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